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09 noviembre 2021

Las dispositivos tecnológicos y la primera infancia durante la pandemia

¿Cuánto ha impactado la pandemia en el desarrollo en la primera infancia? Comparto esta reflexión que se centra en el confinamiento y el uso de los dispositivos móbiles. 

Este aporte forma parte del artículo sobre el ocio y la primera infancia, del monográfico  Ocio y emprendimiento en tiempos de pandemia de la Revista Edetania.



Forma de citar el artículo:
Rodrigo Moriche, M. P., Valdivia Vizarreta, P. ., & Andrés Viloria, C. . (2021). El ocio en la primera infancia desde un enfoque humanista en tiempos de pandemia. Edetania. Estudios Y Propuestas Socioeducativos. (60), 143-164. https://doi.org/10.46583/edetania_2021.60.947 

Actividad y socialización

La crisis de COVID-19 ha traído desafíos sin precedentes en la primera infancia, pues han tenido que adaptarse
no solo a continuos cambios en sus rutinas si no que han convivido con personas adultas, familia y educadores, estresados por la incertidumbre, el trabajo, la dinámica familiar, la conciliación y su tiempo libre. 

La cantidad de tiempo dedicado a las actividades de aprendizaje cada semana disminuyó. Según el análisis, el 80 por ciento de los padres de niños en edad preescolar leían a sus hijos durante la pandemia, el 62 por ciento cantaba canciones con ellos y el 61 por ciento trabajaba con ellos en números y letras al menos tres veces por semana (Weiland, C., 2021).

La OMS ha publicado la guía physical activity, sedentary behaviour and sleep
(2019) sobre niños menores de 5 años. Al referirse a actividad física, recomienda ejercicio físico de intensidad moderada a vigorosa actividad cada día, a través del juego, juegos, deportes, transporte, recreación y educación física, en el contexto de la familia, la escuela y actividades comunitarias. Define la importancia del juego interactivo de los niños con un padre o cuidador para el aprendizaje cognitivo y motor. En la guía se recomiendan cantidades superiores a 60 minutos de estas actividades porque proporcionarían beneficios adicionales para la salud. Para puntualizar: a menores de 1 año se recomienda el juego interactivo en el suelo. Los niños de 1 a 2 años deben dedicar al menos 180 minutos a una variedad de actividades físicas a cualquier intensidad, incluida la actividad física de intensidad moderada a vigorosa, distribuida a lo largo del día. Para niños de 3 a 4 años sugiere añadir a lo anterior al menos 60 minutos son actividad física de intensidad moderada a vigorosa. Cuando se menciona el comportamiento sedentario se refiere a estar en el cochecito, en la cuna y también el tiempo frente a las pantallas.

Los padres deben ser capaces de generar juegos con sus hijos, porque es la mejor manera de enseñar a los niños pequeños habilidades cognitivas de orden superior (incluido el control de la atención y emocional), es a través de interacciones entre padres e hijos, juego social y no estructurado que se  promueve la función ejecutiva (es decir, el proceso de aprendizaje, en lugar del contenido), lo que nos permite perseguir metas e ignorar las distracciones, promover las habilidades socioemocionales, del lenguaje y de autorregulación que desarrollan la función ejecutiva y un cerebro prosocial (Yogman, M., et al, 2018). Según Khusnidakhon K. (2021) no es fácil para los padres generar actividades lúdicas creativas como estrategia para desarrollar los aspectos cognitivos, pero todo parte por ser capaces de invitar a los niños a jugar, hablar y discutir, introduciendo una variedad de libros, y el diálogo. Pero sin forzar, respetar si no nos prestan atención.

Reconfigurar el juego, crear espacios seguros

En este proceso de reinventarnos han surgido soluciones desde las tecnologías. La investigación internacional ha comenzado a considerar el potencial del chat de video para apoyar la interacción familiar entre adultos, niños y bebés, facilitando por un lado las relaciones por situaciones de confinamiento o lejanía geográfica y por otro, porque contribuyen en estas situaciones al refuerzo el desarrollo cognitivo y socioemocional de los niños. En comparación con una llamada telefónica, el chat de video puede ser particularmente bueno para construir la cercanía familiar a través de la conversación y propuestas lúdicas, pues abundan los gestos y miradas compartidas, permite que los niños se comuniquen físicamente mostrando objetos o juguetes, se les puede leer un libro, desarrollar propuestas para el juego. Así lo demuestran las investigaciones de videochat entre niños de 0 a 3 y sus padres encarcelados (Skora & Poehlmann-Tynan, 2020), o entre nietos con abuelos (Strouse et al. 2021).

El tiempo de ocio frente a la pantalla de un cerebro en desarrollo

Según describe el informe the common sense census: media use by kids age zero to eight (2017), previa a la pandemia, en promedio, los niños de 0 hasta los 23 meses pasan 42 minutos con pantallas por día, y los niños de 2 a 4 años dedican 2 horas y 39 minutos al día. La mayor parte de este tiempo frente a la pantalla (72%) viendo vídeos. Sin embargo, es probable que la exposición real sea mucho mayor, debido a que los medios forman parte de la dinámica de toda la familia, por ejemplo, el 42% de los padres informan que la televisión está “siempre” encendida o "la mayor parte del tiempo" en casa, que el 24% de los niños menores de 2 años a menudo o en ocasiones utilizan medios de pantalla en la hora antes de acostarse. Esta tasa es el doble (49%) para 2-a 4 años.

La investigación de Cartanyà-Hueso (2021) sostiene que durante el confinamiento de COVID-19 tres de cada cuatro niños de 12 a 47 meses estuvieron expuestos más tiempo a teléfonos inteligentes y tabletas durante las comidas y antes de acostarse. La disponibilidad de dispositivos móviles de pantalla táctil en las casas durante el COVID ha hecho necesario realizar investigaciones centradas en el contexto del uso de estos medios de acuerdo a las culturas, sus prácticas y percepciones (Dardanou et al, 2020), actitudes, creencias, modelos a seguir, estilo de crianza (Konok, V., et al., 2020) y preguntarnos sobre sus resultados sociocognitivos (Yogman, M., et al., 2018).  

Según las recomendaciones de los profesionales de la American Academy of Pediatrics (Council on Communications and Media, 2016), los niños de menos de menores de 2 años solo pueden exponerse a videollamadas cortas, y un uso excesivo se ha asociado con una serie de resultados de salud indeseables, como la reducción del sueño, el aumento de la obesidad, mala adaptación social y los retrasos socioemocionales y del lenguaje. Sin embargo, los datos indican que más de un tercio de los niños entre 1 y 2 años ya ha comenzado el uso de dispositivos móviles (Konok, V., et al., 2020). Dada la plasticidad neuronal significativa a esta edad, los efectos de su uso en el desarrollo del cerebro no se comprenden completamente en este momento. Se ha relacionado a la falta de atención a corto plazo, a preferencias por las recompensas inmediatas, sin embargo, las investigaciones ofrecen resultados mixtos o contradictorios (Hawkey, E., may, 2019). 

Los estilos de crianza digital pueden influir no solo en el tiempo que los niños pasan con los dispositivos móviles de pantalla táctil, sino también en la forma en que lo usan (Konok, V., et al. , 2020), los padres juegan un papel importante en la creación de un ambiente hogareño y promueven ciertos comportamientos y roles que definen hábitos y el estilo de vida del niño, como con respecto a la cantidad de actividad física o el comportamiento sedentario, incluso como resultado del tiempo frente a la pantalla.

No todo el tiempo frente a la pantalla es igual. Cuando se trata de aprender, hay una gran diferencia entre asistir a una clase en Zoom, ver un segmento en Barrio Sésamo y jugar videojuegos que brindan un valor educativo limitado, juegan con aplicaciones de dibujo, observan animales o plantas y hacen grabaciones con una cámara o funciones de edición en tabletas, que se utilizan como recursos didácticos, incluida la enseñanza de programación simple en algunos preescolares (Dardanou et al, 2020)

Finalmente, existen importantes avances en el campo de la inteligencia artificial, por ejemplo, la investigación de xxx sobre los agentes conversacionales que leen una historia pueden simular un compañero de lectura eficaz haciendo preguntas a los niños y proporcionando retroalimentación, incrementando la riqueza lingüística

Retos y propuestas

Esta serie de contratiempos mucho más allá de las primeras semanas y meses de la crisis han tenido y tendrán un impacto en los bebes y niños pequeños, tal vez con efectos duraderos, en el desarrollo de habilidades sociales, de salud física, de la inteligencia emocional (Weiland, C., 2021; Zuhro, D.2021). Pero también en los responsables de su crianza, como por ejemplo, repensar las actividades al aire libre como espacio para la actividad física, pero libres de riesgos (Kemp, J & Josephidou, 2021). La privación del juego social que mejora la interacción social, la cooperación, la cooperación, la comprensión y la aceptación de las diferencias individuales.

Existe relación entre los esfuerzos para reducir la transmisión de COVID-19 y la obesidad de los niños en función según la edad, la raza y el origen étnico, el seguro médico y los ingresos (Jenssen, B. et al., 2021). Ello se debe a la falta de actividades físicas al aire libre, mayor tiempo frente a las pantallas, las dificultades de gestionar la educación en casa, el mayor acceso a refrigerios y el consumo de alimentos más procesados ​​y ricos en calorías. El cambio en las rutinas por la conciliación familiar presenta el desafío para las familias y educadores es cómo estructurar las cantidades limitadas de tiempo de pantalla que tienen con los bebes para maximizar el desarrollo.

Sobre el uso de las tecnologías en estas edades las investigaciones sostienen que, en lugar de centrarse en cuánto tiempo pasa un niño en los medios digitales, los padres deberían considerar el contenido de esos medios y el contexto en el que los utilizan. (Council on Communications and Media, 2016) y que lo más importante sobre la inmersión en medios electrónicos es que le resta tiempo al juego “real” al niño, ya sea en exteriores o en interiores, individual o compartido. Por otro lado, el análisis de Kalnina & Kalnins (2020) suguiere que los niños menores de dos años no deben usar teléfonos inteligentes y tabletas y los niños de 2 a 3 años no se les debería negar las tecnologías, aunque debe haber conciencia de que el uso del teléfono inteligente o la tableta, junto con los beneficios positivos, también crea riesgos. Dardanou, et al.(2020) expresaron la necesidad de los padres de una mayor orientación sobre el uso de la tecnología y una mejor comunicación con los centros de atención y educación temprana sobre este tema.

Por otro lado, las tecnologías han servido para poner en durante el confinamiento prácticas virtuales sostenibles de servicios a familias sobre atención a la infancia, destaca el análisis de da Rosa Piccolo et al. (2020) de dos modelos creados para apoyar a padres e hijos en el desarrollo de la primera infancia a nivel mundial a través del juego.

Limitaciones

Durante este periodo la mayoría de las investigaciones han sido realizadas desde el ámbito pediátrico, en hospitales y clínicas.

Referencias

Cartanyà-Hueso, À., Lidón-Moyano, C., Cassanello, P., Díez-Izquierdo, A., Martín-Sánchez, J. C., Balaguer, A., & Martínez-Sánchez, J. M. (2021, January). Smartphone and tablet usage during COVID-19 pandemic confinement in children under 48 months in Barcelona (Spain). In Healthcare (Vol. 9, No. 1, p. 96). Multidisciplinary Digital Publishing Institute. https://doi.org/10.3390/healthcare9010096

Common Sense Inc. (2017). The common sense census: Media use by kids age zero to eight 2017. Common Sense Media. Retrieved from https://www.commonsensemedia.org/research/the-common-sense-census-media-use-by-kids-age-zero-to-eight-2017

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da Rosa Piccolo, L., Weisleder, A., & Mendelsohn, A. L. (2020). Promoting global early child development through play: two sustainable, effective models. Pediatrics, 146(6). e2020032433; DOI: https://doi.org/10.1542/peds.2020-032433

Dardanou, M., Unstad, T., Brito, R., Dias, P., Fotakopoulou, O., Sakata, Y., & O’Connor, J. (2020). Use of touchscreen technology by 0–3-year-old children: Parents’ practices and perspectives in Norway, Portugal and Japan. Journal of Early Childhood Literacy, 20(3), 551-573.

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Jenssen, B. P., Kelly, M. K., Powell, M., Bouchelle, Z., Mayne, S. L., & Fiks, A. G. (2021). COVID-19 and changes in child obesity. Pediatrics, 147(5), e2021050123, https://doi.org/10.1542/peds.2021-050123

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Weiland, C., Greenberg, E., Bassok, D., Markowitz, A., Rosada, P. G., Luetmer, G., ... & Snow, C. (2021). Historic crisis, historic opportunity. Using Evidence to Mitigate the Effects of the COVID-19 Crisis on Young Children and Early Care and Education Programs. University of Michigan and Urban Institute. 41p. https://edpolicy.umich.edu/sites/epi/files/uploads/EPI-UI-Covid%20Synthesis%20Brief%20June%202021.pdf

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Yogman, M., Garner, A., Hutchinson, J., Hirsh-Pasek, K., Golinkoff, R. M., Committee on Psychosocial Aspects of Child and Family Health. (2018). The power of play: A pediatric role in enhancing development in young children. Pediatrics, 142(3), e20182058pmid:30126932, https://doi.org/10.1542/peds.2018-2058

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