Pertenece a un poemario de 22 páginas y está publicado en 1959, Forma parte de una colección llamada La Rama Florida. ha sido traducida del quechua por José María Arguedas.
Aquí lo comparto con ustedes...
Ijmacha (El llanto de la viuda)
Herida por los recuerdos, indecisa,
los campos salvajes alcanza;
busca allí, inquiere y contempla,
el árbol, las yerbas, las hojas, las quiebras.
Con el corazón sobresaltado, hirviente;
sin poder encontrar al amado,
el llanto que vierte día y noche
es manantial, río, fuente, lago.
Así vivo yo, así vivo
desde el instante
de la separación eterna, dueño mío,
ave hermosa, árbol hermoso.
Lloro y el torrente de las lágrimas
no calma mi tristeza;
mi corazón está siempre roto;
duele, gime, delira, se extravía.
Me atormenta
tu adorado rostro,
se me ofrece en la memoria, helada flor;
quemado fruto.
Voy a llorar a bárbaros lugares; mucho más el dolor se acrecienta;
me recuerdan a ti, amado mío,
la alta paja, la pampa, el abismo, el monte.
Y en la soledad acrecentada
te me figuras presente;
la lluvia de mis lágrimas detienes
amado de suave caricia, de dulce lengua.
Y te sueño vivo,
recostado en brazos ajenos
y me sangra el enojo,
la ardiente llama de las iras.
Yo soy la amada eterna, invariable,
a quien todo el universo compadece.
¡Qué me auxilien a llorar
Las bestias, los pájaros, los hombres, los forasteros!
Acompañaré hasta la muerte
tu sombra en la tumba,
aunque se vuelvan contra mí, enemigos,
la tierra, el viento, el agua, el fuego.
Fuentes:
Blog Paseando por la vida
Blog La daga de mi parnaso
Pinturas de Oswaldo Guayasamin
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