Para crear un kamishibai (enlace a explicación detallada) son necesarios los siguientes materiales: cartón, una cuchilla(cutter), pegamento escolar, lapiz y cinta con pegamento (cinta aislante, washi tape, etc). Para decorarla de forma sencilla colorearle he utilizado acuarelas.
I. ¿Cómo hacer un kamishibai de cartón?
1. Cortar el cartón en tres rectángulos, yo he utilizado una medida DINA4, para el molde 3-color amarillo, los otros dos (molde 1 y 2) son tres centímetros más grandes por cada lado. Otra opción es hacer un super kamishibai, partiendo de una medida el doble de grande osea DINA3.
2. Al primero de los cartones le he realizado tres cortes como se muestra en la siguiente imagen, estas serán las puertas.El siguiente cartón debe tener un corte rectangular en el centro como se muestra en la imagen del punto 1 (molde base-color azul). Este permitirá ver las láminas del cuento. Por ello, antes de cortar este segundo cartón debéis tener claro la medida de las imágenes de vuestro cuento. El cuento que nosotros crearemos en esta oportunidad será en la mitad de una hoja DINA4.
El último cartón (molde 3-amarillo) sirve de soporte para las láminas del cuento por detrás y va pegado al segundo cartón por los tres costados. ¡Listo, ya tenemos todo cortado, ahora a armarlo!
3. Unimos con pegamento cada una de las partes cortadas y reforzamos con cinta. El resultado debe ser como el de la siguiente imagen.
II ¿Cómo crear las láminas para el cuento "la sopa de piedras"
4. Para crear el cuento, "la sopa de piedra" se han cortado tres hojas de cartulina de tamaño DINA4 por la mitad. Se ha coloreado los paisajes del cuento con acuarela y para los personajes se han utilizado imágenes encontradas en el ordenador se han impreso y recortado.
5. Una vez que ha secado bien la acuarela se han pegado los personajes. A este cuento no se le ha puesto papel adhesivo transparente (contac) para plastificarlo, por que el brillo de algunos dificulta la visión. Cómo podrán ver, no es una obra de arte, pero es una manera rápida y efectiva para crear y poder contar el cuento. A continuación se muestran las seis láminas del cuento terminadas. Al final podéis encontrar la letra del cuento (castellano) y el audio (catalán por Xesco Boix).
6. Así quedaría el kamishibai cerrado. Aquí podéis hacer más decoraciones, por ejemplo como los retablos peruanos o simulando un teatro, todo depende del tiempo y la imaginación. Este kamishibai fue creado para enseñar a mis alumnos de la UAB del grado de educación social a elaborar un kamishibai por ello el cuento está en catalán, el objetivo era mostrar que con pocos recursos y en poco tiempo podemos crear un recurso interesante para contar cuentos. A partir de aquí, vosotros podéis mejorarlo.
III Cuento completo
B. Cuento: La sopa de piedras (castellano)
Había una vez, hace mucho
tiempo, un país que estaba en guerra . Y saben que las guerras
siempre traen problemas, traen rencores, envidias, hay muchos
muertos, mucha sangre. Pero sobre todo en las guerras falta el pan.
La gente pasa hambre. No se cosecha el trigo, no se hace harina y la
gente se muere de hambre.
Un buen día, un soldado, harto de manejar las armas, decidió huir de la guerra. Y huyendo, huyendo, cansado y hambriento, llegó a un pueblo. Era alto como un santo paz y chupado como un clavo, e iba sucio, harapiento y polvoriento. Parecía un saco de huesos. Un fideo. Muerto de hambre, llegó a una casa, llamó a la puerta y cuando sale la dueña dice:
- Señora, ¿no tiene un trozo de pan para este soldado que viene muerto de hambre de la guerra? -
La dueña de la casa le mira y dice:
-Pero, ¿que estás mal de la cabeza? ¿Te has vuelto loca? ¿No sabes que no hay pan? Pero ... ¿cómo te atreves...? ¡inconsciente ...! -
Y a empujones lo saca fuera de la casa. ¡Pobre soldado ...! Prueba fortuna en otra casa, llama y dice:
- Señora, ¿no tiene un trozo de queso para este soldado que viene muerto de hambre de la guerra? -
La dueña lo mira fijamente y le dice:
-Pero, ¿qué dices? No sabes que no hay, de comer? ¿Como te atreves a pedir? -
Y también a patadas y empujones lo saca fuera. ¡Pobre soldado ...! Lo probó en otro lleva, en dos, en tres, en cuatro y cinco. Y a todas las puertas recibió la misma respuesta:
- ¡Estás loco! ¡Fuera, huye de aquí ... ! -
Y es que la gente de aquel pueblo estaban hartos de la guerra miserable que les había quemado los campos y se los había llevado a los jóvenes, y es por eso que no querían saber nada de soldados. Le cerraban la puerta en las narices todo gritándole que se fuera.
¡Ah , pero el soldado no se dio por vencido! ... Atravesó el pueblo de punta a punta y se fue al final, donde había un lavadero público. Encontró varios niños y dice:
- ¡Hey! ¡niños! ¿No desean ayudarme a hacer una sopa que hago de piedras? -
Los niños rieron.
- ¿Una sopa de piedras ...? ¿Pero que estás loco? -
Y se reían. Nuestro soldado, cansado, hambriento y deprimido, se sentó junto a la fuente de la plaza del pueblo y, como ya no sabía qué hacer, se puso a llorar. Lloraba y lloraba hasta que un niño se le acercó, y luego otro y otro todavía.
- Soldado, ¿qué tienes? ¿Porqué lloras? -
-Es que yo quería hacer una sopa de piedras, que es una sopa que yo sé hacer y que me sale muy buena , pero no puedo hacerlo. - Responde el soltado.
¿Que te podemos ayudar? - Pregunta Martín.
- ¡Y tanto, los niños ...! Vean, necesito que me traigan una olla grande, agua, un puñado de piedras y leña para hacer fuego- El soldado responde.
En un santiamén todos los niños y las niñas fueron a buscar las cosas que había pedido el soldado. Encienden fuego, ponen la olla encima, meten agua y piedras. El agua se empezó a calentar. Los niños y las niñas estaban impacientes y decían:
- ¿Podemos probar la sopa? -
- ¡Calma, calma! - Exclama el soldado. -
La sopa se iba calentando, y al poco, el soldado puso los dedos dentro, la probó y dice:
- ¡Mmmmm ...! ¡Que buena! ... Yo diría, sin embargo, que falta un punto de sal. -
Una chica que se llamaba Isabel dijo:
-¡Pero, si yo tengo en mi casa ...! -
Se puso a correr hacia su casa y, a escondidas de su madre, cogió la sal y la llevó al soldado, que la echó en la olla. Al cabo de un rato, el soldado volvió a probar la sopa y dijo:
- ¡Que buena ...! Pero yo diría que le falta un poco de tomate. -
Un chico que se llamaba Luis le hace:
-¡Pero si yo tengo en mi casa! Voy enseguida. -
Y también faltarían patatas y arroz.
- Pues yo puedo sacar las patatas del huerto. -Dijo Ana.
- ¡Y yo en casa tengo arroz. Lo voy a buscar! - Exclamó Esther.
Mientras, la Josefina se preguntaba que podía llevar.
- ¿No tienes de paso col? - Le pidió el soldado.
-¡Sí que tengo! ¡Ahora corro! -Respondió la Josefina.
Y aquellos muchachos fueron llevando zanahorias, cebollas, judías, garbanzos, nabos, coles, apios, lentejas, e incluso un trajo un trozo de pollo. La plaza ya estaba llena de todos los niños del pueblo y en medio estaba el soldado que removía la olla con mucha ceremonia. La volvió a probar, sacó las piedras con una cuchara y dijo:
- Esta sopa ya está. ¡Mmmmm ...! ¡Qué sopa más buena! ¡Nos ha quedado buenísima! ¡Es la mejor sopa de piedras que he probado nunca! -
Todos los niños aplaudían y saltaban dando gritos por la plaza.
- ¡Ahora vayan a casa y decís a los padres, abuelos y tíos que vengan con platos y cucharas, que hoy hay sopa de piedras para todos! - Exclamó el soldado.
Hubo sopa para todos. Nadie se quedó sin sopa de piedras en ese pueblo.
Y así fue como gracias a los niños y niñas, aquel soldado y todo el pueblo pudieron comer por toda el hambre que tenían, contentos y haciendo fiesta. Y desde ese día, toda la gente del pueblo, grandes y pequeños, gracias a un soldado desconocido, aprendió a compartir algo más lo que cada uno tenía.
Un buen día, un soldado, harto de manejar las armas, decidió huir de la guerra. Y huyendo, huyendo, cansado y hambriento, llegó a un pueblo. Era alto como un santo paz y chupado como un clavo, e iba sucio, harapiento y polvoriento. Parecía un saco de huesos. Un fideo. Muerto de hambre, llegó a una casa, llamó a la puerta y cuando sale la dueña dice:
- Señora, ¿no tiene un trozo de pan para este soldado que viene muerto de hambre de la guerra? -
La dueña de la casa le mira y dice:
-Pero, ¿que estás mal de la cabeza? ¿Te has vuelto loca? ¿No sabes que no hay pan? Pero ... ¿cómo te atreves...? ¡inconsciente ...! -
Y a empujones lo saca fuera de la casa. ¡Pobre soldado ...! Prueba fortuna en otra casa, llama y dice:
- Señora, ¿no tiene un trozo de queso para este soldado que viene muerto de hambre de la guerra? -
La dueña lo mira fijamente y le dice:
-Pero, ¿qué dices? No sabes que no hay, de comer? ¿Como te atreves a pedir? -
Y también a patadas y empujones lo saca fuera. ¡Pobre soldado ...! Lo probó en otro lleva, en dos, en tres, en cuatro y cinco. Y a todas las puertas recibió la misma respuesta:
- ¡Estás loco! ¡Fuera, huye de aquí ... ! -
Y es que la gente de aquel pueblo estaban hartos de la guerra miserable que les había quemado los campos y se los había llevado a los jóvenes, y es por eso que no querían saber nada de soldados. Le cerraban la puerta en las narices todo gritándole que se fuera.
¡Ah , pero el soldado no se dio por vencido! ... Atravesó el pueblo de punta a punta y se fue al final, donde había un lavadero público. Encontró varios niños y dice:
- ¡Hey! ¡niños! ¿No desean ayudarme a hacer una sopa que hago de piedras? -
Los niños rieron.
- ¿Una sopa de piedras ...? ¿Pero que estás loco? -
Y se reían. Nuestro soldado, cansado, hambriento y deprimido, se sentó junto a la fuente de la plaza del pueblo y, como ya no sabía qué hacer, se puso a llorar. Lloraba y lloraba hasta que un niño se le acercó, y luego otro y otro todavía.
- Soldado, ¿qué tienes? ¿Porqué lloras? -
-Es que yo quería hacer una sopa de piedras, que es una sopa que yo sé hacer y que me sale muy buena , pero no puedo hacerlo. - Responde el soltado.
¿Que te podemos ayudar? - Pregunta Martín.
- ¡Y tanto, los niños ...! Vean, necesito que me traigan una olla grande, agua, un puñado de piedras y leña para hacer fuego- El soldado responde.
En un santiamén todos los niños y las niñas fueron a buscar las cosas que había pedido el soldado. Encienden fuego, ponen la olla encima, meten agua y piedras. El agua se empezó a calentar. Los niños y las niñas estaban impacientes y decían:
- ¿Podemos probar la sopa? -
- ¡Calma, calma! - Exclama el soldado. -
La sopa se iba calentando, y al poco, el soldado puso los dedos dentro, la probó y dice:
- ¡Mmmmm ...! ¡Que buena! ... Yo diría, sin embargo, que falta un punto de sal. -
Una chica que se llamaba Isabel dijo:
-¡Pero, si yo tengo en mi casa ...! -
Se puso a correr hacia su casa y, a escondidas de su madre, cogió la sal y la llevó al soldado, que la echó en la olla. Al cabo de un rato, el soldado volvió a probar la sopa y dijo:
- ¡Que buena ...! Pero yo diría que le falta un poco de tomate. -
Un chico que se llamaba Luis le hace:
-¡Pero si yo tengo en mi casa! Voy enseguida. -
Y también faltarían patatas y arroz.
- Pues yo puedo sacar las patatas del huerto. -Dijo Ana.
- ¡Y yo en casa tengo arroz. Lo voy a buscar! - Exclamó Esther.
Mientras, la Josefina se preguntaba que podía llevar.
- ¿No tienes de paso col? - Le pidió el soldado.
-¡Sí que tengo! ¡Ahora corro! -Respondió la Josefina.
Y aquellos muchachos fueron llevando zanahorias, cebollas, judías, garbanzos, nabos, coles, apios, lentejas, e incluso un trajo un trozo de pollo. La plaza ya estaba llena de todos los niños del pueblo y en medio estaba el soldado que removía la olla con mucha ceremonia. La volvió a probar, sacó las piedras con una cuchara y dijo:
- Esta sopa ya está. ¡Mmmmm ...! ¡Qué sopa más buena! ¡Nos ha quedado buenísima! ¡Es la mejor sopa de piedras que he probado nunca! -
Todos los niños aplaudían y saltaban dando gritos por la plaza.
- ¡Ahora vayan a casa y decís a los padres, abuelos y tíos que vengan con platos y cucharas, que hoy hay sopa de piedras para todos! - Exclamó el soldado.
Hubo sopa para todos. Nadie se quedó sin sopa de piedras en ese pueblo.
Y así fue como gracias a los niños y niñas, aquel soldado y todo el pueblo pudieron comer por toda el hambre que tenían, contentos y haciendo fiesta. Y desde ese día, toda la gente del pueblo, grandes y pequeños, gracias a un soldado desconocido, aprendió a compartir algo más lo que cada uno tenía.
Desde siempre en muchos
países por diversas razones nos hemos reunido para hacer frente al
hambre y la pobreza, la crisis, al inflación frente a “una sopa de
piedra”.
Gracias por leer hasta el final de esta entrada completa. Te pido una de las tres cosas:
1. Crees que se puede utilizar "la sopa de piedras" para otros temas, déjame tu idea en un comentario.
2. Envíale este enlace a personas responsables de despertar el amor por la lectura en los niños y niñas. No sabemos cuando les puede venir bien un poco de inspiración.
3. Si te ha gustado el contenido de este blog ¡Suscríbete! Un saludo.
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