08 julio 2023

Asumiendo la transformación: Cómo las tecnologías reforzaron la formación presencial después del COVID-19

Lo que he aprendido en el 2020 es a esperar lo inesperado. Como dice Victoria Camps, muchos hemos encontrado dentro de nosotros la virtud de la incertidumbre. Sin embargo, no estaba preparada para dar apoyo y contención a estudiantes y compañeros y cumplir el resto de mis labores. 

Tecnologías digitales y digitalización en tiempos de crisis

En medio de esta situación de crisis, nos vimos obligados a realizar una rápida transición hacia el ámbito digital. En todo el mundo, pasamos de la enseñanza presencial a una enseñanza de emergencia, nos vimos en la tarea de encontrar formas innovadoras para llevar adelante nuestros planes en entornos virtuales y móviles. A medida que las respuestas a la pandemia de COVID-19 variaron de un país a otro, surgieron valiosas lecciones. Entre estas lecciones, algunas fueron comunes y de gran importancia, como el desarrollo de habilidades digitales, la empatía, la adaptabilidad, la organización y la adquisición de nuevas destrezas comunicativas, además del fortalecimiento del autoconocimiento y empoderamiento.

En mi experiencia personal, llevé a cabo una revisión exhaustiva de los contenidos, determinando qué elementos podrían ser reutilizados, reestructurados o necesariamente ser creados desde cero. Sin embargo, esta labor la enfoqué con tranquilidad, comprendiendo plenamente que la profunda incertidumbre no solo afectaba el ámbito educativo, sino también lo familiar, laboral y, sobre todo, lo relacionado con la salud. En un primer momento, mi principal objetivo fue no afectar la calidad y ritmo de mi labor docente, evitando sentirme abrumada por la búsqueda constante de nuevas posibilidades o enfoques innovadores. A lo largo de este periodo, descubrí que el COVID me facilitó establecer un vínculo más profundo y significativo con mis estudiantes, entendiendo sus necesidades, inquietudes y descubriendo a personas más abiertas, sinceras y auténticas.

Conceptos como empatía, vulnerabilidad, conexión emocional, amabilidad, calidad, compromiso, prioridades, resiliencia y bienestar han adquirido un nuevo significado y relevancia en este proceso de adaptación. En última instancia, esta etapa desafiante nos ha permitido no solo sobrevivir, sino también crecer, valorando la libertad y reconociendo la importancia fundamental de la salud en todas sus dimensiones.

Las oportunidades en la crisis

En este período de desafíos, las estructuras y normativas universitarias, sin ser consientes y desde su realidad,  han demostrado una notable flexibilidad. Han surgido iniciativas de apoyo que trascienden el entorno de la universidad, ya sea en forma de intercambio de conocimientos y perspectivas, o en la orientación y mentoría a colegas. Además, se han tejido redes tanto formales como informales entre colegas para brindarnos apoyo mutuo, y se han llevado a cabo diversas investigaciones en torno a esta nueva dinámica. Este impulso de adaptación forzada nos ha llevado a una auténtica reinvención.

Investigación:Teachers' and students' perspectives on the intensive use of technology for teaching and learning

En el panorama actual, ya empezamos a vislumbrar propuestas para el período posterior a la pandemia. Se esbozan tendencias, nuevos paradigmas, fórmulas innovadoras y modelos educativos, como una lluvia de herramientas que buscan allanar el camino. Sin embargo, a pesar de estos valiosos esfuerzos, todavía nos encontramos en una fase de tránsito y turbulencias. En mi opinión, este momento sigue siendo un período de experimentación y adaptación, en el que estamos probando diversas estrategias y enfoques. Sinceramente, tampoco podemos asegurar si esta dinámica de cambio constante se convertirá en la norma a largo plazo.

Soluciones educativas inmediatas Post-COVID: Sostenibilidad y equidad

En esta coyuntura, se torna esencial concebir un sistema de formación sólido, de alta calidad y adaptable, que no deje a ningún individuo rezagado. La convergencia entre lo digital y lo presencial ha quedado firmemente establecida. Aquellas instituciones educativas y profesionales renuentes a abrazar lo digital han experimentado de primera mano cómo estos medios han brindado respuestas vitales y se han convertido en el pilar fundamental durante este período; han dejado de ser una alternativa secundaria o un complemento. Los estudiantes han destacado el potencial de una modalidad educativa híbrida, y nuestra tarea pendiente es consolidar y fortalecer la excelencia.

Aunque anhelamos restaurar un entorno conocido, seguro y predecible, es innegable que estamos atravesando cambios fundamentales en la estructura misma de la educación superior y en la sociedad en su conjunto. Ante esta realidad, surge la pregunta: ¿Qué acciones podemos emprender en este momento? Nuestra atención debe centrarse en la promoción de políticas que reduzcan la disparidad, en cómo abordar las necesidades estructurales, desde la conectividad hasta la sostenibilidad tecnológica y pedagógica. Es primordial avanzar en la inclusión dentro del sistema educativo, velar por el bienestar tanto de los estudiantes como de los docentes, resolver cuestiones vinculadas a la protección de datos, explorar la intersección entre la ética y la tecnología, replantear el enfoque de la tutoría, abordar la movilidad estudiantil y la financiación de manera renovada, y ofrecer soluciones sostenibles para satisfacer las demandas de aprendizaje continuo por parte del profesorado.

Evaluación participativa

Cuando se plantea la perspectiva de explorar un nuevo paradigma educativo o de desarrollar propuestas innovadoras, resulta imperativo considerar la sinergia de esfuerzos dentro de toda la comunidad educativa. En este sentido, la realización de acciones colectivas adquiere una relevancia crucial. Esto implica llevar a cabo evaluaciones participativas de las iniciativas implementadas, así como la sistematización de las experiencias acumuladas. Estas prácticas no solo generan un espacio donde los docentes y miembros del claustro universitario se sientan atendidos, sino que también fomentan su inclusión y compromiso activo en el proceso.

¿Cuánto tiempo necesitamos esperar para iniciar este proceso? En un contexto donde nuestro concepto del tiempo parece fragmentado, tal como señala Byung-Chul Han, nos encontramos en una fase de "supervivencia". Hemos realizado ajustes y renuncias en pro de la salud, a menudo sacrificando aspectos de nuestra libertad. En este contexto, emerge la necesidad de reconectar con nuestra humanidad esencial. La crisis actual nos convoca a reexaminar nuestras prioridades y encontrar formas de reintegrar la dimensión humana en todos los aspectos de la vida.

Actividades pedagógicas centradas en situaciones de crisis

Las actividades pedagógicas diseñadas en respuesta a situaciones de crisis deben ser reflexivas y adaptativas, orientadas a enfrentar los desafíos presentes mientras se construye una base sólida para el futuro. Aquí se presentan algunos principios clave para guiar el desarrollo de estas actividades:

Flexibilidad y adaptabilidad: Las actividades pedagógicas deben ser diseñadas con una mentalidad abierta a cambios continuos. La crisis puede dar lugar a circunstancias impredecibles, por lo que es esencial crear un plan flexible que permita ajustes en tiempo real.

Enfoque inclusivo: Las actividades deben estar diseñadas para abordar las necesidades y desafíos específicos que enfrentan los estudiantes durante la crisis. Considerar su bienestar emocional, nivel de acceso a recursos y capacidad para participar activamente es fundamental.

Tecnología y conectividad: Dado que la tecnología a menudo desempeña un papel crucial en las situaciones de crisis, las actividades deben ser accesibles en línea y, al mismo tiempo, tener en cuenta las limitaciones de conectividad y acceso a dispositivos.

Metodologías activas: Fomentar la participación activa de los estudiantes a través de metodologías interactivas, debates en línea, colaboración en proyectos y otras formas de aprendizaje participativo.

Enseñanza Basada en Problemas: Diseñar actividades que aborden problemas y situaciones del mundo real relacionados con la crisis. Esto promueve el pensamiento crítico y habilidades de resolución de problemas.

Evaluación formativa: Incorporar evaluaciones formativas y retroalimentación constante para medir el progreso de los estudiantes y ajustar las estrategias de enseñanza en consecuencia.

Colaboración y comunidad: Fomentar la colaboración entre estudiantes y docentes a través de plataformas en línea y herramientas de comunicación para crear un sentido de comunidad en el aprendizaje.

Enfoque holístico: Reconocer que los estudiantes pueden estar lidiando con desafíos personales y emocionales durante una crisis. Las actividades deben considerar su bienestar general y ofrecer recursos de apoyo.

Aprendizaje autodirigido: Diseñar actividades que permitan a los estudiantes asumir un mayor control de su aprendizaje, facilitando la autodirección y la responsabilidad.

Reflexión y adaptación constante: Fomentar la reflexión sobre la efectividad de las actividades y realizar ajustes según la retroalimentación de los estudiantes y los resultados observados.

Fortalezas de las tecnologías en la formación presencial

Después del período de la pandemia, ha quedado en claro que las tecnologías pueden desempeñar un papel sumamente valioso en la formación presencial. Varias fortalezas de estas herramientas se han hecho evidentes:

Flexibilidad híbrida: La integración de tecnologías permite la creación de entornos de aprendizaje híbridos, donde la formación en persona se combina con el uso de recursos en línea. Esto brinda a los estudiantes la oportunidad de acceder a contenidos, actividades y recursos adicionales fuera del aula física.

Acceso continuo a recursos/recursos abiertos: Plataformas en línea y recursos digitales brindan acceso constante a materiales educativos, lo que permite a los estudiantes revisar el contenido y profundizar su comprensión en cualquier momento.

Interacción enriquecida: Las tecnologías fomentan la interacción en el aula de maneras innovadoras. Herramientas como cuestionarios en línea, encuestas y debates digitales pueden enriquecer las discusiones y el compromiso de los estudiantes.

Aprendizaje autodirigido: Los estudiantes pueden asumir un mayor control sobre su proceso de aprendizaje al acceder a recursos en línea y trabajar en sus propios ritmos y estilos de aprendizaje.

Retroalimentación eficiente: Plataformas digitales facilitan la entrega y recepción de retroalimentación de manera más rápida y efectiva, lo que permite a los estudiantes realizar ajustes y mejoras en su trabajo.

Registro de progreso: Las tecnologías permiten el seguimiento y la evaluación del progreso de los estudiantes de manera más detallada. Esto ayuda a los educadores a identificar áreas de fortaleza y oportunidades de mejora.

Colaboración virtual: Aunque en un entorno presencial, las tecnologías facilitan la colaboración virtual en proyectos y tareas, permitiendo que los estudiantes trabajen juntos sin importar la ubicación física.

Variedad de recursos y formatos: Las tecnologías brindan acceso a una amplia gama de formatos de contenido, como videos, infografías, simulaciones y más, lo que enriquece la experiencia de aprendizaje.

Actualización y adaptación: Los educadores pueden mantener el contenido actualizado y relevante de manera más eficiente, lo que es especialmente crucial en áreas que evolucionan rápidamente.

Desarrollo de habilidades digitales: La integración de tecnologías en la formación presencial fomenta el desarrollo de habilidades digitales esenciales para la vida moderna y la empleabilidad.

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