lleva más de dos décadas explorando qué pueden llegar a ser los residuos cuando dejamos de verlos como desecho y los entendemos como materia social, cultural y educativa. Desde 2001, este grupo surgido en la Escuela de Arquitectura de Madrid ha desarrollado más de cien proyectos en cuatro continentes, siempre con una idea central: los residuos revelan quiénes somos, cómo vivimos y qué modelos de convivencia queremos sostener.
Su trabajo se basa en una investigación constante sobre la producción de residuos, tanto materiales como simbólicos, y en la creación de alternativas que permitan repensar hábitos, relaciones y formas de organización cotidiana. El residuo se convierte así en un dispositivo para comprender nuestro modo de vida y para imaginar otras formas de actuar. En lugar de centrarse en la denuncia, Basurama propone un camino vinculado al hacer: experimentar, jugar, construir y aprender con otras personas a partir de lo que ya existe.
Esta mirada conecta con prácticas de participación comunitaria que reconocen la vida cotidiana como el lugar donde se producen los aprendizajes más significativos. Los proyectos de Basurama funcionan como espacios abiertos en los que la comunidad no es destinataria pasiva, sino protagonista desde la experiencia y el hacer compartido. El proceso importa tanto como el resultado, porque es en ese proceso donde emergen la creatividad, la cooperación y la conciencia de que lo que parece inútil puede transformarse.
Un ejemplo destacado es Autocoles, reconocido por UN-HABITAT como práctica innovadora en educación ambiental. Este proyecto transforma los espacios exteriores de escuelas públicas a partir de materiales reutilizados y del trabajo colectivo de la comunidad educativa. Su objetivo es ampliar la equidad en estos espacios, habitualmente diseñados desde perspectivas que limitan el acceso, los usos y la diversidad de experiencias. El patio escolar se entiende como un espacio social decisivo en la construcción de relaciones, identidades y aprendizajes, y no como un lugar residual.
Basurama también acompaña a comunidades en la construcción de instalaciones temporales en festivales, museos o espacios urbanos, siempre desde la lógica de la reutilización y la creación colectiva. Para el colectivo, la cultura no nace solo de instituciones o artistas, sino de los vínculos que se generan entre personas diversas, incluidas aquellas a menudo invisibilizadas —como personal de limpieza, mantenimiento o seguridad— que participan en el proceso creativo aportando conocimientos y materiales.
Su filosofía reconoce que vivimos en un modelo que promueve el hiperindividualismo y el consumo acelerado. Frente a ello, Basurama propone “espacios de desenredo”: lugares donde es posible cuestionar las inercias del modelo actual y ensayar alternativas basadas en la cooperación, la convivencia y la interdependencia con el entorno. En algunos proyectos, esta búsqueda se traduce en imaginar soluciones más simbiòticas, explorando relaciones entre personas, materiales, ecosistemas y otras especies que permitan aprender del entorno más que dominarlo.
Más que fijarse en el residuo como problema, Basurama lo convierte en oportunidad para pensar futuros. Utopías cotidianas que se construyen con lo que tenemos al alcance: materiales reutilizados, manos diversas, imaginación colectiva y voluntad de cambiar la manera en que habitamos el mundo. A través de talleres, publicaciones, instalaciones y procesos comunitarios, muestran que la transición hacia formas de vida más justas y habitables pasa por transformar nuestras prácticas diarias, no solo las grandes infraestructuras.
En este sentido, el trabajo de Basurama invita a abrir preguntas: qué modelos de desarrollo priorizan nuestras instituciones, qué voces quedan fuera y qué aprendizajes surgen cuando experimentamos otras maneras de relacionarnos con nuestro entorno. Su trabajo señala que una transición socioecológica no se construye desde la abstracción, sino desde los procesos compartidos que reimaginan lo cotidiano y lo convierten en un lugar fértil para la acción colectiva.
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