24 septiembre 2025

La mirada sami a través de Britta Marakatt-Labba

Durante mi estancia en Noruega visité la exposición más extensa hasta la fecha de la artista sami Britta Marakatt-Labba, donde se muestran bordados, textiles, instalaciones, esculturas, impresiones gráficas y dibujos nunca antes exhibidos.







Britta Marakatt-Labba es una de las artistas más reconocidas del pueblo sami. Nacida en 1951 en Karesuando, en el extremo norte de Suecia, creció en un entorno donde el pastoreo de renos, la lengua sami y la vida comunitaria formaban parte de la cotidianidad. Su trayectoria artística se consolidó en un contexto de revitalización cultural sami durante los años setenta, cuando emergieron movimientos de protesta contra la marginación y la asimilación forzada en Escandinavia. Formada en la Academia de Arte de Umeå, encontró en el bordado su medio principal de expresión. Utiliza hilos de lana y lino sobre lino o algodón, combinando técnicas tradicionales de costura sami con procedimientos contemporáneos que le permiten construir escenas narrativas.



El uso del bordado como soporte artístico nació de una búsqueda consciente por trabajar con un material históricamente asociado al mundo doméstico y a las mujeres sami, resignificándolo en clave política y cultural. A través de la aguja y el hilo, Marakatt-Labba elabora narrativas visuales donde aparecen episodios míticos, figuras espirituales, animales, escenas de pastoreo o imágenes de resistencia frente a la colonización. Obras como Historjá (1981–1986) surgieron en un momento en que las luchas territoriales —por ejemplo, contra la construcción de la presa de Alta— pusieron en primer plano la defensa de la tierra y los derechos culturales del pueblo sami. Desde entonces, su trabajo se ha expuesto en museos y bienales internacionales, situando el textil no solo como una práctica estética, sino como archivo de memoria y como instrumento de resistencia frente a las tensiones políticas y ambientales que afectan a Sápmi.

En su obra monumental Historjá (1981–1986), de 24 metros de largo, Marakatt-Labba borda escenas que van desde relatos mitológicos hasta episodios históricos de colonización y resistencia. A través de hilos y puntadas, aparecen renos, paisajes árticos, figuras humanas y seres espirituales. Este trabajo no es una simple ilustración: es una narración visual que muestra cómo la cultura sami entiende el territorio como una continuidad entre lo humano, lo animal y lo espiritual.

La exposición Moving the Needle (Museo Nacional de Oslo, 2024) amplió esa mirada con nuevas obras, como Luođđat / Tracks. Esta pieza refleja el impacto de la industrialización en Sápmi, especialmente por la minería en Kiruna que interrumpe las rutas de los renos. En este bordado se ve claramente la tensión entre los saberes sami —basados en la movilidad, la relación respetuosa con los ciclos naturales y la interdependencia— y las formas occidentales de explotación extractiva.

Desde la perspectiva sami, el bordado de Marakatt-Labba tiene varias capas de significado:

  • Es memoria histórica, porque rescata episodios invisibilizados de la colonización y la lucha por los derechos culturales.

  • Es lenguaje pedagógico, porque transmite a las nuevas generaciones relatos y símbolos que no se encuentran en los libros escolares oficiales.

  • Es acto político, porque cuestiona los modelos de desarrollo que ponen en riesgo tanto el entorno ártico como las prácticas de vida sami.

  • Es dimensión espiritual, porque los hilos unen mundos: el terrenal, el animal y el mítico.

De este modo, la obra de Britta Marakatt-Labba permite comprender la sostenibilidad desde una perspectiva sami. En lugar de abordarla como un conjunto de técnicas de gestión de recursos, su trabajo visualiza la sostenibilidad como una relación cultural, ética y social con el territorio. Cada pieza funciona como documento de memoria, en tanto recoge narrativas históricas y prácticas comunitarias que han sido marginadas en los relatos oficiales. Al mismo tiempo, sus bordados cumplen una función pedagógica al transmitir a nuevas generaciones valores de respeto hacia el entorno y hacia las formas de vida comunitarias. Finalmente, el carácter crítico de sus obras evidencia las tensiones entre la lógica extractiva de la modernidad occidental y los modos de vida sami, posicionando el arte como una herramienta de resistencia y de reivindicación política.


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