03 septiembre 2025

La pedagogía social en las ciudades inteligentes

El libro A Nordic Smart Sustainable City: Lessons from Theory and Practice (Sageidet, Müller-Eie & Lindland, 2025) ofrece una mirada amplia sobre cómo se construyen las ciudades inteligentes y sostenibles en el contexto nórdico. Más allá de la dimensión tecnológica o urbanística, varias contribuciones muestran que la pedagogía ocupa un lugar central en este proceso. No se trata únicamente de enseñar contenidos ambientales o digitales, sino de entender la educación como un motor que da forma a la vida urbana. A partir de su lectura, pueden identificarse tres grandes roles pedagógicos, formativo, mediador y participativo, a los que se suma un cuarto matiz desde la pedagogía social.

Editoras:

Barbara Maria Sageidet, Professor of Natural Sciences, Department of Early Childhood Education 

Daniela Müller-Eie, Professor of Urban Planning, Department of Safety, Economics and Planning 

Kristiane Marie Fjær Lindland, Associate Professor of Organization and Management, Department of Media and Social Sciences 

La dimensión formativa de las ciudades inteligentes

El libro sitúa la educación junto a otros componentes estructurales de la ciudad inteligente, como la democracia, la movilidad, los datos, la cultura o el clima. Esto implica que la formación no se concibe como un ámbito separado, sino como parte del entramado urbano que sostiene la sostenibilidad. Desde la infancia, como muestra el capítulo 14, se trabaja la calidad del aire para que niñas y niños reconozcan cómo el entorno influye en su vida diaria y puedan desarrollar competencias críticas relacionadas con la sostenibilidad.

En el nivel universitario, varios capítulos destacan el papel de la Universidad de Stavanger en proyectos de ciudad inteligente, especialmente a través de programas como Triangulum. Allí, la universidad no solo forma estudiantes, sino que los vincula en proyectos reales de planificación, uso de datos y diseño urbano. La pedagogía aparece aquí como puente entre teoría y práctica, asegurando que el conocimiento se proyecte en la vida de la ciudad y no quede restringido a las aulas.

Mediación para la complejidad

Un segundo rol pedagógico es el de mediación entre fenómenos urbanos complejos y la experiencia cotidiana. El capítulo 14 lo ilustra con claridad: aspectos como el movimiento del aire, la contaminación del tráfico o el papel de los sensores se trabajan en la educación infantil mediante estrategias lúdicas, visuales y experienciales. Esto no solo traduce información científica a un lenguaje comprensible, sino que permite una comprensión situada en el cuerpo y en la práctica diaria.

En el ámbito universitario y comunitario, los capítulos dedicados a living labs subrayan que la pedagogía es clave para hacer comprensible la interacción entre tecnología, datos y vida social. Los proyectos de co-creación requieren que actores diversos —instituciones, ciudadanía, estudiantes— puedan dialogar en torno a objetivos comunes. Sin esa mediación pedagógica, la ciudad inteligente corre el riesgo de volverse un discurso tecnocrático alejado de la ciudadanía.

Participación y co-creación

El libro también enfatiza la dimensión participativa. La ciudad inteligente no se construye únicamente desde arriba, sino mediante procesos colaborativos que implican a ciudadanía, infancia, instituciones y universidad. Aquí la pedagogía se asocia a metodologías de co-diseño y aprendizaje compartido, donde se aprende a vivir juntos en contextos urbanos complejos.

Un ejemplo es la experiencia de los niños y niñas de Stavanger compartiendo en casa lo aprendido sobre calidad del aire, ampliando así el impacto educativo hacia la familia y la comunidad. Los capítulos dedicados a gobernanza y living labs recuerdan que la participación ciudadana no surge de manera espontánea: necesita estructuras y dinámicas que hagan posible el diálogo. Diseñar esas condiciones de aprendizaje colectivo es, en sí, una tarea pedagógica.

Un cuarto matiz desde la pedagogía social

Desde la pedagogía social y la intervención comunitaria y cultural, este libro abre otra posibilidad: pensar la ciudad como un espacio educativo en sí mismo. Aunque no use explícitamente la categoría de pedagogía social en el sentido que se le da en España, varios capítulos muestran que la sostenibilidad y la ciudad inteligente no pueden entenderse únicamente desde la infraestructura o la tecnología. Se requiere también de prácticas socioeducativas que refuercen el tejido social, la participación cultural y la vida comunitaria.

El capítulo 14, centrado en la educación infantil, y los capítulos finales sobre living labs muestran que los aprendizajes suceden más allá del aula: en parques, calles, dinámicas de participación ciudadana o en el contacto con tecnologías urbanas. Esta ampliación del espacio educativo conecta con la pedagogía social cuando defiende que la educación no se restringe a lo escolar, sino que se despliega en la vida cotidiana y en procesos colectivos de intervención comunitaria.

De este modo, a los tres planos pedagógicos señalados en el libro (formativo, mediador y participativo) podemos añadir un cuarto: el comunitario-cultural. Esta dimensión recuerda que la construcción de una ciudad inteligente y sostenible requiere también de prácticas que refuercen vínculos sociales, valoren la memoria cultural y activen la acción colectiva. Desde la pedagogía social, este aporte es esencial: muestra que la sostenibilidad urbana no solo depende de políticas y tecnologías, sino también de cómo aprendemos a convivir, a dialogar y a construir comunidad en los espacios que habitamos.

Referencia

Sageidet, B. M., Müller-Eie, D., & Lindland, K. M. F. (Eds.). (2025). A Nordic smart sustainable city: Lessons from theory and practice. Routledge. https://doi.org/10.4324/9781003498650

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